Ni el refugio en la volátil tasa de interés, ni las apuestas por el dólar: la inversión más rentable de los últimos 35 años en la Argentina fueron los ladrillos. La conclusión surge de un gráfico comparativo que exhibió ayer el presidente del Banco Central (BCRA), Federico Sturzenegger, para tratar de explicar porqué el país tiene un grave problema de “intermediación del ahorro”.
El mismo toma como base una inversión de $ 100 pesos realizada en abril de 1981 para mostrar que -a la larga- sólo quien realizó algún tipo de operación vinculado a lo inmobiliario pudo mantener valor o -incluso- acrecentarlo. El más beneficiado fue el que hubiese adquirido una propiedad y obtenido de ella una renta por su alquiler regular: tendría $ 562,9 por cada $ 100 originales.
Y en el extremo opuesto ubica a quienes hubieran atesorado dólares o constituido y renovado periódicamente (a las tasas promedio vigentes en cada momento) un plazo fijo, ya que habrían registrado pérdidas reales del 27,8 y 98,6%, en cada caso. La comparación está incluida en el Informe de Estabilidad Financiera (IEF) presentado ayer; un diagnóstico que el ente actualiza semestralmente sobre el estado de salud del sistema bancario local al que definió ayer como “chico, pero sólido, líquido y estable, con bajos niveles de morosidad”.
Buena parte de esos atributos parecen devenir de su módica exposición a la actividad. Pero Sturzenegger los vinculó a las “políticas de Estado” que el país supo mantener para este sector, en alusión a la observancia de prácticas regulatorias basadas en criterios del Comité de Basilea, lo que no deja de ser parte de esa realidad también.
La picardía de Sturzenegger consistió en sumarle al gráfico el retorno que se podría haber obtenido en ese lapso de haber sido posible realizar un plazo fijo por UVI y remunerado a tasas reales de 2 o hasta 3 puntos, que nadie ofrece hoy en el mercado.
La Unidad de Vivienda (UVI) es una unidad de cuenta que el BCRA lanzó hace 4 meses para estimular el crédito hipotecario y tomó como punto de partida la milésima parte del costo promedio de construcción de un metro cuadrado (fijado en $ 14,053 al 31 de marzo) al que ajustó desde allí por inflación (estaba en $ 15,93 ayer).
El mecanismo de indexación, que abreva en la experiencia chilena de la unidad de fomento (UF), rompe con una de las barreras de acceso al reducir notablemente el valor de la cuota inicial (y con ella los ingresos solicitados) pero necesita de una caída fuerte en la inflación para transformarse en una posible solución al crónico déficit habitacional.
“Una familia que gane $ 10.523 al mes puede acceder a una vivienda preconstruida que vale $ 391.000 en el mercado, abonando una cuota de $ 3157”, promocionó ayer Sturzenegger aludiendo al puente que busca lograr y tras recordar que ya 9 bancos ofrecen créditos así ajustados y tasas reales que no superan el 5% anual.
Con este instrumento el BCRA intenta combatir el cortoplacismo de un sistema local que hoy tiene el 80% de sus depósitos pactados a menos de 30 días. “Así la posibilidad de generar crédito tiende a nula”, dijo el funcionario, que recordó que el país “no tiene un problema de generación de ahorro, ya que lo exporta” y pidió recuperar el manejo de ese recurso defendiendo a los depositantes con “instrumentos para que puedan poner sus pesos a trabajar a una tasa creciente y estable”.
Fuente: La Nacion 19/06/2020